La Conferencia Episcopal de Chile, reunida en la 124ª Asamblea Plenaria, quiere compartir con el Pueblo de Dios que peregrina en nuestra patria un mensaje al término de nuestro encuentro.
1. Hemos acogido con entusiasmo la invitación que nos ha hecho el Papa Francisco para participar en un Sínodo de los obispos sobre la sinodalidad. Necesitamos seguir profundizando nuestra condición de Pueblo de Dios, que, ungido por el Espíritu, está llamado a hacerse responsable de la misión evangelizadora. Nuestra Iglesia en Chile lleva un tiempo de discernimiento, preparando la III Asamblea Eclesial Nacional, a la que se sumó el proceso de Asamblea Eclesial Latinoamericana y del Caribe. Reconocemos estos caminos, como una oportunidad para ser una Iglesia cada día más sinodal, profética y esperanzadora con Jesucristo en el centro, desterrando toda clase de abusos. Estos procesos contemplan una gran participación laical y tendrán su punto de encuentro en la Asamblea Eclesial Nacional, a realizarse en octubre de 2022.
2. Se acerca un nuevo proceso eleccionario nacional; como pastores confiamos que participen activamente todos quienes pueden votar. Es una forma excelente para cuidar la democracia y hacer respetar el Estado de derecho, reafirmando que Chile es un país de hermanos. Es una muy buena manera de promover el bien común y la paz social. Para los cristianos es necesario tener en cuenta que en las decisiones que afrontamos se juegan valores esenciales para una nación fundada en las enseñanzas del Evangelio, que estamos llamados siempre a custodiar y promover.
3. Humildemente invitamos al Pueblo de Dios y a todos los habitantes de nuestro querido Chile a que promuevan espacios de fraternidad, de diálogo sincero y de un espíritu constructivo. Es urgente superar todas aquellas actitudes, palabras y actos que generan discordia, tensiones inútiles y odiosidad entre nosotros. Mayor es la responsabilidad de buscar un clima de concordia entre quienes ejercen alguna función pública. Pensar en el país que le dejaremos a las futuras generaciones ha de ser un eje fundamental para articular nuestras decisiones. Es urgente un compromiso decidido y claro en contra de la violencia como forma de acción política.
Pedimos a los católicos y personas de buena voluntad que trabajen por la paz y por superar todas las causas de inequidad, “la paz es fruto de la justicia”(Isaías 32, 17). Los motivos de la violencia muchas veces suelen estar vinculados a la marginación social, a la falta de perspectivas frente al futuro, a una profunda inequidad en la distribución de los bienes que están destinados a todos y a demandas históricas no adecuadamente asumidas.
4. Gran preocupación nos produce la situación que están viviendo los migrantes que llegan a nuestras fronteras, urge a que asumamos como sociedad una respuesta que respete su dignidad. La crisis migratoria nos interpela profundamente, así como las causas que la provocan y en cómo hacemos memoria de la acogida que Chile siempre ha dado al forastero. Hemos visto, con dolor, en una parte de la población signos de xenofobia y de injustas discriminaciones. Hacemos un llamado a las autoridades a que con diligencia colaboren para proporcionar ayuda a estas personas, mejorando y agilizando los procesos de regularización de quienes se encuentran en el país. La nueva ley de migraciones no puede desconocer la historia de acogida de nuestra patria.
5. Finalmente queremos exhortar a todos los miembros de la Iglesia que seamos prontos y solícitos en buscar la voluntad de Dios en nuestras vidas en un ambiente de oración, fuente de gracia en todos nosotros. Este tiempo, dedicado a nuestra Madre, la Virgen María, sea la oportunidad para que ella nos acompañe y proteja. En ella colocamos nuestras esperanzas y deseos, ciertos que como buena Madre atiende los anhelos y proyectos de sus hijos. Con fuerza digamos en este mes de María: ¡Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena Madre!... llena nuestros corazones de la ardiente caridad de tu Hijo.
Lo Cañas, 12 de noviembre de 2021.