Fueron cientos de personas las que se trasladaron hacia el santuario de Livilcar para venerar a la Madre, con bailes religiosos, música y oración. La versión más pequeña de la actividad coincide cada año con la celebración de la Inmaculada Concepción, mientras que la “Fiesta Grande” se vive el primer fin de semana de octubre.

De este modo, los fieles devotos llegaron al paradero de Chamarcusiña para iniciar su trayecto por quebradas y caminos rocosos hasta llegar a Livilcar, unos 13 kilómetros al interior, en una ruta que si bien es extrema, muestra lo más bello del desierto.

“Sin duda que esta peregrinación y festividad, sumada a la de octubre, la hacen única, por lo que me siento muy orgulloso y contento de venir a venerarla y ojalá bendiga a toda nuestra región y sus habitantes”, comentó Martín Montesinos, presidente de la Confraternidad de Bailes Andinos, quien acompañó el baile de la Compañía N°4 de Codpa.

El obispo de Arica, Moisés Atisha, por su parte, manifestó durante la misa principal, el significado y relevancia de la conmemoración, invocando a Dios y su amor, el que se refleja también en María, su madre.

La celebración se dio en un ambiente de tranquilidad y sin desgracias que lamentar, gracias a la acción coordinada de múltiples instituciones como Carabineros de Chile, la Delegación Presidencial Regional, SENAPRED, Seremi de Transporte y Telecomunicaciones, Bomberos y Defensa Civil, entre otras.

Fuente: Comunicaciones Arica
Arica, 12-12-2023