70 años de sacerdocio cumple el Siervo de María José Belló

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70 años de sacerdocio cumple el Siervo de María José Belló

Lunes 21 de Mayo de 2007
Muchas son las experiencias que ha vivido en sus bien llevados 94 años el sacerdote Siervo de María José Belló, y así lo reflejan los dos libros publicados con sus vivencias en la Patagonia, primero como encargado de la Escuela Agrícola en Cochrane, y luego su paso como cura párroco en la ciudad de Chile Chico.

Son 70 años de sacerdocio, y también 70 años desde que dejó su natal Italia, a los 24 años y recién ordenado como cura. Su primer destino fue la exótica África, más específicamente Suaziland en Sudáfrica, donde bajo la mirada de un añoso sacerdote aprendió de la cultura y la tradición tribal del pueblo que le tocó evangelizar.

Se reconoce de espíritu aventurero, por eso disfrutó tanto los 15 años que le tocó trabajar pastoralmente en el continente negro. De su paso por ese territorio destaca la forma de ser de sus habitantes señalando que “ellos recibían todo lo que uno les decía. Eran como un cuaderno en blanco”.

Su próximo destino fue Bolivia, particularmente Oruro. Allí estuvo 7 años, trabajando junto a la población quechua. De ellos destaca lo espirituales que eran. “Ellos ya conocían a Dios” señala, por eso el desafío pastoral que él tuvo con los indios fue “formar la nueva idea de este Dios cristiano”.

A regañadientes se vino a la Patagonia en el año 1959. Su anhelo oculto era irse a trabajar como misionero a Australia. Pero Dios dijo otra cosa y se vino a Aysén; primero a Coyhaique, donde dio clases de Inglés a los alumnos del Liceo San Felipe Benicio; para luego embarcarse en el conocido “Proyecto Baker”, donde estuvo a cargo de crear la Escuela Agrícola de ese sector. Empresa que lo tuvo entretenido durante casi una década.

Después fue Puerto Aguirre y finalmente Chile Chico, lugar donde estuvo de cura párroco por 13 años.

A pesar de sus años, el P. José conserva su lucidez, su energía y su deseo de seguir aportando dentro de su comunidad de vida. Incansable, desde que la salud no le ha permitido desarrollar labores fuera de la casa de los Siervos de María, se ha propuesto escribir, cuestión que lo apasiona desde su primer año en África. Y ¿por qué escribe? José Belló explica que “uno que ha entrado en un camino es difícil que lo pueda olvidar. Entonces, a los 90 años uno ha trabajado y trabajado y quiere que su vida no muera, sino que quede viva y por eso uno que ha estudiado tanto y ha visto tantas cosas necesita recordar y lo hace escribiendo”.

La constancia y el compromiso son dos cosas que el curita Belló conoce bien, y el mismo reconoce que “si yo digo una cosa, la llevo hasta el final. No la dejo a la mitad”. Quizás estas dos cualidades hayan sido la clave de su larga y prolífera vida sacerdotal.

Misionero por esencia, desde pequeño estuvo ligado a los Siervos de María. Estudió en un colegio de la Orden, y poco a poco fue descubriendo su vocación. En este sentido, José Belló explica que siempre tuvo en la mente el objetivo de “ser misionero. No tan sólo sacerdote; sino sacerdote misionero”. Agrega que este ser misionero va ligado a su sed de aventura y “el misionero es del tipo aventurero, pero de los buenos. No los que buscan oro ni plata; sino que buscan a Dios y hace que otros también lo busquen”.

Aunque vive en Chile hace casi 50 años y se siente uno más, cuando se le pregunta sobre cuál fue el lugar en el que más le gustó trabajar, no duda en responder “África” porque “el primer amor es siempre más fuerte”, señala enfático el sacerdote.

De su pasado familiar le gusta hablar poco, porque dice “para qué recordar el pasado si uno tiene que vivir el presente”. Pero sin duda a él muchas personas lo recuerdan y con mucho cariño dirán “Ah, el padre José, ese era el cura de mi pueblo”.

Fuente: Comunicaciones Aysén
Coyhaique, 21-05-2007