Con alegría se vivió la Misa de Domingo de Resurrección en la Catedral de Concepción
En su homilía, Monseñor Bernardo Álvarez planteó la pregunta: ¿Qué pasa después de estos días tan importantes en la vida cristiana? e invitó a ser personas insertas en la realidad, pero con horizonte de Cielo.
Con gran alegría y un templo Catedral lleno se vivió la Misa de Domingo de Resurrección, presidida por el Administrador Diocesano de Concepción, Monseñor Bernardo Álvarez, la mañana de este 31 de marzo.
En su homilía, Monseñor Bernardo invitó a acoger con esperanza y alegría el anuncio gozoso de que Cristo verdaderamente ha resucitado, y señaló que el Cirio Pascual será un signo permanente durante la cincuentena pascual, que nos da testimonio de que la luz triunfa sobre la oscuridad.
Además, planteó la pregunta: ¿Qué pasa después de estos días tan importantes en la vida cristiana? Y, reflexionando en torno al Evangelio según San Juan 20,1-9, aseveró que “hay tres verbos que nos pueden ayudar para llevar adelante un cierto itinerario espiritual para que este maravilloso misterio que celebramos, podamos acogerlo con mayor fruto”: entrar, ver y creer.
“Entrar implica no quedarse afuera, implica no tener una mirada a través de otros, sino vivir la experiencia de entrar en profundidad en el misterio central de nuestra fe, la resurrección de Jesucristo. Pero este entrar también nos invita a reconocer otro verbo importante, que es ver. Estamos llamados a ver el misterio, a apreciarlo con esa mirada no sólo de los ojos, sino esa mirada interior, que busca más allá incluso de las evidencias físicas, que fueron las que vieron ciertamente los apóstoles: el sepulcro abierto, la piedra corrida, las vendas y el sudario. Vieron, pero la invitación para nosotros es procurar una mirada de fe, una mirada espiritual, ver más allá con los ojos del interior. Y justamente, el tercer verbo es creer. Es decir, no podemos acoger o apreciar el don del misterio de la resurrección de Jesucristo, si no recibimos el don de la fe. Creer verdaderamente en la resurrección. O sea, esas evidencias físicas que los apóstoles vieron, por el don de la fe les implicó un camino, mucho más profundo incluso que el que habían vivido con Jesucristo, históricamente, y se abrieron a la dimensión de la fe, creer. En síntesis, ellos entraron, vieron y creyeron”, explicó.
Monseñor Bernardo, haciendo alusión a primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, sostuvo que “la resurrección de Cristo nos mueve al testimonio, pero al testimonio de Jesús, el testimonio de la convivencia con Él, de la experiencia íntima con Él, de lo que estos testigos vieron del Señor: Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal, como un ministerio verdaderamente de liberación frente al mal en este mundo”.
Mientras que, mirando la tercera lectura, tomada de la Carta de San Pablo a los cristianos de Colosas, destacó la importancia de “buscar una vida sostenida, iluminada por la resurrección”, lo que significa “vivir la vida como corresponde: trabajen, esfuércense, hagan el bien, vivan rectamente, pero no de una manera materialista sólo centrada en este mundo, sino vivan desde Dios, con un horizonte de resurrección. Vienen de Dios, han renacido en Cristo y esto no termina con la muerte, sino ábranse al horizonte de la eternidad”.
“Pienso que una vida vivida bajo esa perspectiva, en el hoy de nuestro mundo, de nuestra sociedad, una vida personal o comunitaria, hace mucho bien. Que seamos cristianos con esta conciencia, pero también con esa vivencia. Inmersos en la realidad, inmersos en el mundo, pero con el corazón puesto en Dios, en Cristo Resucitado”, enfatizó.
Finalmente, exhortó a pedir estas gracias al Señor, las respuestas a la pregunta ¿Después de la Resurrección qué?: Dejarse asombrar por el misterio de la resurrección del Señor, vivir los tres verbos -entrar, ver y creer-, dar testimonio del bien que Cristo ha hecho y hace hoy en el mundo, y ser personas cristianas insertas en la realidad, pero con horizonte de Cielo.
Fuente: Comunicaciones Concepción
Concepción, 01-04-2024