Cientos de fieles vivieron con alegría la Dedicación de la Iglesia San Francisco de Cerro Barón
El sábado 3 de agosto, la comunidad de la Iglesia San Francisco de Cerro Barón se congregó con alegría para realizar la ceremonia de Dedicación de la Iglesia, que durante años se mantuvo en diversos procesos de restauración y que finalmente se concretizó en el primer semestre de este año.
Después de intensas lluvias que azotaron a la región, el sol acompañó la mañana del sábado 03 de agosto a la ciudad de Valparaíso, donde se vivió una jornada llena de celebraciones en torno al Templo San Francisco de Cerro Barón se iniciaba. Desde temprano, la Orden Franciscana y todos sus colaboradores, comenzaron el trabajo de preparar esta importante ceremonia de Dedicación del Templo. La recepción y acogida de los feligreses, estuvo a cargo de miembros de la comunidad de Barón, que ayudaron a inaugurar la esperada celebración.
A las 11:00 horas, comenzó la eucaristía presidida por Monseñor Jorge Vega Velasco, Obispo de Valparaíso, y contó con la presencia del Ministro General de la Orden Franciscana, Fray Carlos Paz; el Secretario de la Nunciatura Apostólica en Chile, Giuseppe Silvestrini; y diversos sacerdotes, religiosos y diocesanos, que junto a los diáconos presentes acompañaron la celebración.
El Obispo de Valparaíso, inició la celebración en el átrio del Templo con los testimonios de quienes trabajaron en la reconstrucción de este lugar. Los encargados de entregar sus palabras fueron: Milagros Aguirre, Arquitecta; Viviana Álvarez, representante de la comunidad San Francisco de Cerro Barón; y Martín Schmidt, encargado de la obra de reconstrucción.
La entrada al Templo inauguró la celebración con la alegría de la comunidad, los ministros ingresaron y realizaron el rito de bendición y aspersión del agua, espacio penitencial y recuerdo del bautismo, que invitó a la asamblea a preparar el corazón para tan importante ocasión. La eucaristía siguió con la liturgia de la Palabra hasta la homilía de Monseñor Jorge Vega, que destacó la profundidad teológica de este rito y motivó a la comunidad a seguir reconstruyendo la iglesia viva que son todos los bautizados: "Hoy la liturgia nos hace poner la mirada en la Porciúncula. Templo donado por un abad benedictino a San Francisco para que siempre fuese la iglesia principal de la orden, y que San Francisco acepto solo en calidad de préstamo. Tiene un papel importante en la historia de los frailes menores (...) Pero también la familia franciscana de Chile, la iglesia diocesana de Valparaíso y la misma ciudad de Valparaíso estamos de fiesta. Si, estamos de fiesta, pues uno de los templo más emblemáticos de la familia franciscana de la diócesis y de esta ciudad, vuelve a la vida después de una serie de lamentables percances que no queremos recordar".
Luego de la liturgia de la Palabra, comenzó el rito de la dedicación y unciones con el rezo de las Letanías de los Santos, para implorar la intercesión de ellos en la dedicación de este Templo. Luego, se realizó la colocación de las reliquias en medio del altar, en este caso, se incrustaron las reliquias de San Antonio y San Pascual Bailón, para significar que el sacrificio de la comunidad y de los santos tiene su origen en el sacrificio de Cristo.
Según la tradición de la Iglesia, se realizó la oración de dedicación, momento donde se expresa la voluntad de dedicar para siempre este Templo al Señor. El Obispo realizó la oración que pide a Dios, santificar este edificio convirtiéndolo en un lugar santo y de encuentro.
Después de esta oración, se realizó la unción del altar y de los muros de la Iglesia, que significan la presencia del "Ungido", convirtiendo el altar y los muros en simbolo de Cristo. Monseñor Jorge Vega, ungió con crisma las cuatro esquinas del altar y esparció sobre la cubierta este aceite consagrado. Luego con ayuda de los concelebrantes se ungieron los muros, en puntos estratégicos dentro del Templo.
Después de la unción, el Obispo incensó el altar y la iglesia, quemando abundante incienso sobre el altar como signo del sacrificio de Cristo, que se perpetua allí sacramentalmente y sube hasta Dios como suave aroma. Terminado ese rito, se vistió el altar con los signos propios de la celebración eucarística, poniendo el mantel, las flores, los cirios y el crucifijo en medio de él.
Luego de los ritos de dedicación, la misa siguió con la liturgia eucarística y la participación activa de toda la comunidad, que junto al coro de la Iglesia San Francisco animó todos los momentos, invitando a los presentes a una profunda oración. Después del rito de la comunión, se inauguró la capilla del Santísimo Sacramento, el Obispo con el copón con las hostias consagradas, realizó una procesión para bendecir el nuevo lugar donde se guardará el Santísimo, acompañado de los diáconos se incensó el sagrario y se dejó el Santísimo Sacramento.
Finalmente, Monseñor Jorge Vega, agradeció a toda la comunidad y a la Orden Franciscana por esta importante ceremonia. También, agradeció a la Corporación San Francisco por realizar la gestión y lograr el hermoso objetivo de reconstruir este icónico Templo.
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