Celebraciones de Te Deum de Fiestas Patrias en la Diócesis de Melipilla

Celebraciones de Te Deum de Fiestas Patrias en la Diócesis de Melipilla

El 13 de septiembre en la Catedral de Melipilla y el 18 de septiembre en la Parroquia San Antonio de Padua, del Puerto de San Antonio; se vivieron las principales celebraciones litúrgicas de Fiestas Patrias a nivel diocesano, presididas por el Obispo Cristián Contreras Villarroel.

Martes 24 de Septiembre de 2024
Te Deum en la Catedral de Melipilla: Un llamado a la gratitud y la solidaridad nacional

El pasado 13 de septiembre, en la Catedral de Melipilla se celebró el Te Deum, en la que cada año se elevó una acción de gracias a Dios por los dones recibidos y orar por Chile en sus Fiestas Patrias. Presidido por nuestro obispo Don Cristián Contreras Villarroel, la liturgia congregó a autoridades locales, feligreses y miembros de la comunidad, quienes se unieron en oración y reflexión sobre los desafíos y esperanzas de Chile.

Este acto litúrgico es un momento culmen para agradecer por lo vivido y pedir por el futuro de Chile, tal como lo señaló Monseñor Contreras en su homilía: “Es un momento para hacer memoria agradecida por los dones recibidos y que no siempre somos capaces de percibir por la vorágine cotidiana”.

Durante su mensaje, el obispo destacó que las Fiestas Patrias son más que una mera celebración, son una oportunidad para mirar hacia atrás y reflexionar sobre el presente y el futuro del país: “Aunque año a año repitamos los mismos gestos, las fiestas patrias siempre nos recuerdan el paso de un año más, los momentos alegres y gozosos”. Subrayó que este tiempo es ideal para detenerse y contemplar la vida, pidiendo a Dios que continúe sosteniendo a Chile en la construcción de una nación más justa y solidaria.

Uno de los temas centrales de la homilía fue el llamado a combatir la indiferencia frente a los problemas que aquejan al país, como el narcotráfico, la trata de personas y el crimen organizado. Monseñor Contreras expresó con firmeza que “lo que no podemos permitirnos es la indiferencia o peor, la expresión ¿A mí qué me importa?, denunciada por el Papa Francisco cuando recordó el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial”.

El obispo vinculó el Evangelio proclamado ese día con la necesidad de actuar frente a las dificultades sociales actuales. Recordó el pasaje en el que Jesús, a pesar de su agotamiento, no abandona a las multitudes que lo seguían, sino que las alimenta integralmente. “El Señor Jesús al desembarcar y ver a toda aquella gente se compadeció de ellos porque parecían ovejas sin pastor”, afirmó Monseñor Contreras, explicando que la compasión de Cristo va más allá de un mero sentimiento de pena, sino que es un llamado a actuar en favor del prójimo con amor y generosidad.

En un gesto simbólico y poderoso, Monseñor Contreras conectó la historia del Evangelio con la realidad de las comunidades locales de la diócesis, mencionando a los habitantes de lugares como Puangue, Alhué, El Tabo y Melipilla, entre otros. Invitó a los presentes a mirar con atención los rostros y las necesidades de sus vecinos, para escuchar y responder con generosidad y solidaridad.

El mensaje culminó con un llamado a la acción, especialmente dirigido a las autoridades y a quienes tienen responsabilidades públicas. Citando a Jesús, don Cristián instó a todos a “darles ustedes de comer”, recordando que, como pastores y líderes, el primer alimento que se debe ofrecer es la Palabra de Dios, así como la promoción de la vida desde la concepción hasta la muerte natural. También hizo énfasis en la importancia de proteger a los más vulnerables, en especial a los niños, las mujeres y los ancianos, y de rechazar cualquier ideología que promueva el aborto o la eutanasia.

El Te Deum 2024 fue, sin duda, un llamado a la reflexión profunda sobre el papel de cada chileno en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y compasiva, recordando que la verdadera celebración patriótica implica compromiso con el bienestar de todos, especialmente de los más necesitados.

Te Deum en Parroquia San Antonio de Padua, Puerto de San Antonio: Un llamado a la compasión y a la cohesión social

El miércoles 18 de septiembre, el obispo presidió el tradicional Te Deum en la comuna de San Antonio, en la parroquia San Antonio de Padua. Al iniciar su homilía, el pastor dio la bienvenida a todos los participantes señalando que en un nuevo aniversario de nuestra Patria: “¡Es Chile que se viste de fiesta!”, agregando que “El “18” nos hermana y es expresión de lo queremos ser: Chile un hogar para todos, también para nuestros hermanos que provienen de otras latitudes, con la esperanza de tener mejores expectativas de una vida más plena.

Luego, Don Cristián hizo memoria agradecida por los dones recibidos: “Nos alegramos y agradecemos la entrega del nuevo Hospital Claudio Vicuña, con un equipamiento de altísimo nivel y una atención digna a la gente más vulnerable que se atiende en el sistema de salud pública”, resaltó, añadiendo que “esperamos que los profesionales que requieren las diversas áreas de este recinto se motiven a trabajar en San Antonio y que las políticas públicas estén dispuestas a ofrecer buenos incentivos para todos ellos”

Recordó también que San Antonio espera la apertura total del Estadio Dr. Olegario Henríquez Escalante. “San Antonio, anhela contar con un espacio para los diversos encuentros deportivos. Es bueno mirar la necesidad de los niños, jóvenes y adultos que buscan en estos espacios ambientes de recreación sana y deportiva. Aunemos esfuerzos para evitar controversias y pueda ser inaugurado y abierto de manera total”.

También rememoró que años atrás se había recibido con mucha alegría, la información que San Antonio había sido elegido para hacer de la actividad marítima un Mega Puerto para el País. “Sabemos que ello traerá consigo progreso, trabajo y esperamos mejores condiciones de vida. ¿Qué pasa si este proyecto fracasa? ¿Los inversionistas buscarán otros puertos de Sudamérica donde puedan poner su mirada, perdiendo esta gran oportunidad que traería beneficios para Chile?”, se preguntó el obispo.

Otro tema relevante para Mons. Contreras Villarroel es lo que llamó como “crisis en materia de vivienda”, expresando que: “Las tomas de terrenos en San Antonio son noticias conocidas en todo el país. Hay incertidumbre en quienes tienen una real necesidad de ver un rayo de luz en años de solicitar un lugar digno para vivir. Sin embargo, no podemos desconocer que hay otros que han abierto la posibilidad de aprovecharse y hacer de esta necesidad un verdadero negocio. Es la corrupción de delincuentes”.

No obstante, también el obispo agregó que “en este 18 de septiembre es bueno agradecer a la Municipalidad de San Antonio que en la persona de su alcaldesa Sra. Constanza Lizana junto a todos los miembros del Honorable Concejo Municipal que por unanimidad dieron el voto favorable para la instalación de la Cruz Gloriosa de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, junto a la imagen del Patrono de la Comuna San Antonio de Padua, en el triángulo de Puente Arévalo, el pasado mes de junio cuando nos aprontábamos a celebrar a San Pedro, patrono de los pescadores”.

Amar en medio del dolor

Luego, Don Cristían también valoró que “a partir de situaciones dramáticas, vibramos con el sentimiento y el compromiso solidario que brota de nuestros corazones cuando hay que ayudar a quienes lo pasan mal. Como chilenos acudimos a auxiliar a nuestros hermanos que sufren los desastres naturales. Como chilenos hemos aprendido a amar hasta el extremo precisamente en medio del dolor”.

Reflexionó que en “nuestras fiestas también están marcadas por el fallecimiento de seres queridos, por los problemas de salud, por crisis familiares, por la situación de los ancianos y las pensiones, por la falta de trabajo”, agregando que “transitamos por la existencia terrena esperando de celebrar eternamente en esa Patria Celeste a la que el Señor nos invita. Es la vida eterna, una que ya podemos pregustar en la Eucaristía. Así, cada año y cada fiesta es siempre distinta.

“Y este año no es la excepción. A nivel global poco sabemos de las masacres hacia comunidades por odio a la fe cristiana en otros continentes. También la persecución a la Iglesia en Nicaragua y en Venezuela. Existen gobiernos totalitarios que obligan a miles de familias a emigrar en condiciones de nuevas esclavitudes. Constatamos una comunidad internacional incapaz de hacer valer el respeto por los derechos humanos y que, por el contrario, promueven el aborto. Pero veamos nuestra Patria, donde se siguen descubriendo organizaciones criminales que lucran con el drama humano y fundaciones corruptas”, enfatizó el obispo.

Haciendo referencia a las lecturas de la celebración, el pastor recordó “Hemos escuchado el milagro de la multiplicación de los cinco panes y dos peces. Jesús realiza el milagro movido por compasión, porque estaban como ovejas sin pastor”, añadiendo que cCuando las ovejas han estado sin pastor, buscando por sí solas su destino, han perdido aquella idea fundamental del “bien común” que hace de la comunidad humana un pueblo y no una masa humana”.

En esa línea, monseñor planteó: “La diferencia entre un pueblo y una masa humana está en que el pueblo tiene una identidad vocacional, en nuestro caso el “Alma de Chile”. Una masa, en cambio, es una agrupación impersonal, susceptible a todo tipo de manipulación ideológica y de populismos. A eso se arriesga en la Patria”.

Por ello, luego advirtió que “Vivimos una situación de anomia en nuestra sociedad, es decir, una realidad donde no se respetan las normas y las instituciones dejan de regular la vida en común. Lo vemos en la realidad de delincuentes jóvenes utilizados por el crimen organizado, por el narcotráfico que actúan con plena impunidad y en la sensación real de inseguridad que aflige a las personas y familias de bien”.

“¿Cómo es posible que todos quieran el bien del país y, al mismo tiempo, solo seamos capaces de agredirnos? Sentimos la urgente necesidad de redescubrir ese horizonte fraterno de un bien común que tenemos como nación, de encauzar nuestras fuerzas, morales y físicas, buscando un proyecto unificador, de justicia y de paz, que nos ayude a retomar una convivencia sana”, exhortó el pastor.

Compasión y misericordia: caminos en encuentro

Ante dicho escenario, el obispo relevó que “uno de los rasgos más propios de nuestro Dios, es la compasión”, explicando que “el culmen de la compasión de Dios se revela en su propio Hijo, Jesucristo, Dios hecho hombre. El que haya asumido una naturaleza humana no es un dato casual de la historia de la salvación, sino la muestra más maravillosa de un Dios que quiso compartir todo con sus creaturas, menos el pecado. El hecho que el Hijo de Dios se haya hecho un hombre implica que conoció nuestros dolores y debilidades y, por eso mismo, pudo compadecerse de nosotros hasta el extremo de dar su vida por nuestra salvación. Renunció a su propio bien por el bien de toda la humanidad”.

“La compasión también nos ayuda en el diálogo social a moderar nuestras expresiones y nuestras diferencias y críticas en un modo más caritativo y cristiano. La compasión nos ayuda a ver que aquel que piensa distinto a mí no se reduce solo a ese punto que nos diferencia, sino que es una persona con más dimensiones”, precisó don Cristián, planteando también que “La mala convivencia política y social nos ha hecho acostumbrarnos a reducir a nuestros interlocutores a sus defectos y debilidades. ¡Mirémonos nosotros mismos, miremos a nuestras familias! ¿Somos perfectos? ¿Son perfectos los hijos, los matrimonios, los amigos? ¡Ciertamente que no! Y no por eso dejamos de amarlos y respetarlos. Jamás se nos ocurriría reducir a nuestros seres queridos a sus defectos. No lo hagamos tampoco con quienes piensan distinto”.

“Es el bien común que nos permitirá cohesionarnos nuevamente, un bien común que podrá redescubrirse y vivirse con la ayuda del Evangelio del Señor”, fue el llamado que luego realizó Mons. Contreras, enfatizando que “La paz no esquiva los conflictos, sino que los asume desde la humanidad, como nos recuerda el Papa Francisco: “ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible. Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. ¡Felices los que trabajan por la paz!” (Evangelii Gaudium, 227)”.

Finalmente, el pastor recordó que en una homilía de años atrás propuso hacer una fotografía a la esperanza, teniendo como imagen el desierto florido, invitando ahora a las comunidades eclesiales, a las familias, “a realizar una fotografía de cómo vemos a Chile hoy, y cómo podemos ayudar a dar esperanza a nuestro Chile”.

“Pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen del Carmen, Madre de Chile, a San José, nuestro patrono y a San Antonio que los constituidos en autoridades en Chile den pasos decididos para lograr acuerdos básicos desde la amistad cívica y la protección de los más débiles. Vale la pena el esfuerzo, por el bien de Chile. Nos anima la certeza del salmista: “El amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán” (Salmo 84). La Iglesia está al servicio de este ideal. Es lo que pedimos para nuestro Chile desde nuestra diócesis de Melipilla. Que este Te Deum por las fiestas nacionales, alabando a Dios, nos llene de esperanza por un presente y futuro mejor” concluyó el obispo Cristián Contreras Villarroel.

Fuente: Obispado de Melipilla
Melipilla - San Antonio, 24-09-2024
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