1. Queremos expresar nuestra comprensión, afecto y solidaridad de Iglesia con los trabajadores mineros de Lota y sus familias ante el difícil problema que les afecta, al suspenderse las actividades de esa Mina.
2. No podemos desentendernos expresando que “es su problema”: la Iglesia y todos los chilenos hemos de tener en cuenta que ellos representan hoy a miles de trabajadores que por más de 150 años hicieron un aporte importante y con tanto sacrificio al desarrollo de Chile, sufriendo pobreza y no pocas veces tragedias que costaron vidas humanas.
3. El cierre de las minas les significará un profundo cambio de vida y ello ordinariamente produce dolorosa inseguridad.
Creemos que con un diálogo serio y abierto, de autoridades y trabajadores, se podrán encontrar las mejores soluciones ante la inconfortable situación de quienes ven terminada su tradicional fuente de trabajo.
4. Como expresara el Sr. Arzobispo de Concepción el reciente 1º de mayo: “el simple arreglo económico con los trabajadores no constituye una solución integralmente humana, si no existe para ellos la posibilidad de continuar en alguna actividad laboral productiva, estable y dignamente remunerada”, como lo han reconocido también quienes buscan dar verdadera solución a este problema.
El Santo Padre Juan Pablo II nos dice que “El hombre sin trabajo está herido en su dignidad humana...” (Juan Pablo II, Discurso en la CEPAL n. 331).
5. Es urgente crear un clima de confianza que permita superar frustraciones pasadas y, desde esa actitud entablar un diálogo inteligente, prudente, sincero y generoso, evitando todos los caminos de violencia,
6. Reiteramos que esta situación compromete al país entero. A todos. Por ello confiamos que muchos empresarios con creatividad puedan levantar fuentes de trabajo en esa zona. El primer objetivo de toda empresa debe ser siempre el ofrecer a la mayor cantidad de personas la posibilidad de un trabajo productivo que les permita desarrollarse como tales.
7. Invocamos la bendición del Señor Jesús por los mineros afectados y sus familias, pidiendo, igualmente, inspire e ilumine a todos los responsables en la búsqueda de soluciones urgentes, justas y dignas.
Santiago, 8 de mayo de 1997
Comité Permanente del Episcopado
† FERNANDO ARIZTÍA RUIZ
Obispo de Copiapó,
Presidente en Ejercicio de la Conferencia Episcopal de Chile
† ANTONIO MORENO CASAMITJANA
Arzobispo de Concepción
† SERGIO CONTRERAS NAVIA
Obispo de Temuco
† SERGIO VALECH ALDUNATE
Obispo Auxiliar de Santiago,
Sustituto del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
† JAVIER PRADO ARÁNGUIZ
Obispo de Rancagua,
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile