1. Nuestra sociedad actual necesita fortalecer en forma decidida y clara la familia. Ésta se funda en la comunidad conyugal permanente. Todos estamos de acuerdo en que la familia es la base humana e institucional de la sociedad.
2. Recientes encuestas, muy responsables, muestran que el deterioro familiar es causa de muy tristes consecuencias. Se sabe, por ejemplo, que en vastos sectores de educación básica hay porcentajes altísimos de alumnos que pertenecen a familias desintegradas o incompletas, con todas las secuelas negativas que ello conlleva. También se sabe que el número de matrimonios va en disminución cada año. ¿Cómo no trabajar, entonces, por fortalecer a la familia que nace del matrimonio para siempre?
3. Siempre ha habido casos de rupturas conyugales y, consecuentemente, familiares. Es conveniente, entonces, que la legislación contemple cauces de normalización para esos casos. Pero, tales medidas deben darse dentro de un marco de proyección institucional del matrimonio y de la familia.
4. Para lograr dicha normalización de quiebres familiares es necesario perfeccionar el sistema civil de nulidades y la protección de los efectos jurídicos que afectan a hijos vinculados a situaciones familiares permanentes.
5. Es triste que para solucionar la nulidad fraudulenta del matrimonio, en uso en la actual legislación, como es el caso alegado de incompetencia del Oficial de Registro Civil, se diera paso a una ley de divorcio vincular poniendo en peligro así el sistema de estabilidad matrimonial y familiar.
6. Toda persona con responsabilidad pública debe cooperar a fortalecer el matrimonio y la familia. Para esto hay que educar y ayudar a los ciudadanos, destacando los grandes valores y beneficios de la estabilidad familiar. Todos sabemos que el marco de proyección de felicidad de un ser humano tiene su base en la familia originada en el matrimonio para siempre. Y todos los matrimonios y familias deben cooperar con su testimonio positivo a hacer posible esta anhelada realidad.
7. Una vez más hacemos un llamado a los legisladores y a toda la sociedad a iniciar un período de reflexión seria, respetuosa de las diferentes opiniones, dando cabida a la pluralidad, pero salvaguardando estos valores superiores y supremos por el bien de las familias chilenas.
Santiago, 8 de septiembre de 1997
† CARLOS, CARDENAL OVIEDO CAVADA
Arzobispo de Santiago
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† JAVIER PRADO ARÁNGUIZ
Obispo de Rancagua
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile
