Santiago, 5 de Diciembre 2002
“Te he llamado por tu nombre” Isaías. 43,1
Apreciados Hermanos en el Episcopado,
Estimados Presbíteros, Religiosas, Religiosos,
miembros de Institutos Seculares, Diáconos.
Muy queridos hermanos y hermanas y en especial a
Ustedes queridos jóvenes de nuestro país.
Los Obispos de Chile, luego de dedicar varias sesiones a reflexionar sobre la situación de las Vocaciones en la Iglesia Chilena, decidimos dedicar el Año 2003 como “Año Vocacional”.
Invitamos a todos los hombres y mujeres de nuestro país y en especial a ustedes jóvenes, a mirar sus vidas con los ojos y la voluntad de Dios, a descubrir, profundizar y fortalecer su vocación, que da sentido y plenitud a su existencia.
En primer lugar, nos hemos propuesto para este Año Vocacional establecer las condiciones para crear en la sociedad y en la Iglesia Chilena una “Cultura Vocacional”. Cultura que invita a encontrarse consigo mismo, a que cada uno descubra y defina su proyecto de vida. Una invitación a recuperar los valores superiores que hoy duermen en la conciencia de nuestra sociedad y de muchas personas. Es una cultura de la vida y para la vida, que fundamenta sus bases en el evangelio del amor, la amistad, la trascendencia, la familia, la solidaridad y por sobre todo en el carácter sagrado de la vida.
En segundo lugar, invitamos a todos los bautizados, a desarrollar la “dimensión vocacional” que Dios nos ofrece, a través de la gracia bautismal. Gracia que nos hace hijos en el Hijo, y que nos invita a vivir el llamado universal a la santidad. ““Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Con estas palabras Jesús se presenta como el único camino que conduce a la Santidad” . Santidad centrada en el mandamiento del amor, expresado de modo preferencial con los más pequeños, los humildes, los pobres, los marginados, los enfermos, los que viven en soledad y desesperanza.
En tercer lugar, los invitamos a que descubramos nuestra vocación en el “Encuentro con Jesucristo”. Conociéndole a Él conoceremos al Padre, “el que me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14,9). Encuentro fundamental a través de la lectura orante de la Palabra de Dios, de la vida sacramental, en particular en la participación constante en las celebraciones Eucarísticas y en el sacramento de la reconciliación, donde nos descubrimos y fortalecemos ante Dios Padre rico en misericordia y amor. Encuentro con Cristo, que lo realizamos también, participando vivamente en la vida de la Iglesia, donde nos nutrimos como comunidad creyente y orante. “Jesucristo es, pues, la repuesta definitiva a la pregunta sobre el sentido de la vida y a los interrogantes fundamentales que asedian también hoy a tantos hombre y mujeres del continente americano” .
En cuarto lugar, invitamos a los jóvenes hombres y mujeres, para que, a partir del encuentro con Jesucristo, sean generosos, alegres y entusiastas, como lo son, y respondan con gratuidad y fidelidad a Dios Padre ante la vocación a la que Él los llama. No tengan duda jóvenes, que ofreciendo sus vidas, en el servicio del pueblo de Dios, a través del sacerdocio y en la vida consagrada, o en el matrimonio, podrán desarrollar con plenitud de vida, el llamado a la santidad y al servicio del Reino en nuestra historia.
Confiados en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, creemos que este año, será un año de gracia para nuestra Iglesia y para nuestra sociedad.
Encomendamos a la Santísima Virgen María, modelo de Santidad este Año Vocacional.
Les bendice en el Señor,
+ PABLO LIZAMA RIQUELME
Obispo Castrense
Presidente
Comisión Nacional de Pastoral Vocacional