Acabamos de celebrar la importante fiesta de la Virgen del Carmen felizmente en muchos lugares de Chile y con decenas de miles de peregrinos junto al Santuario de La Tirana. El lema de estos años aquí ha sido: “Madre y Reina del Carmelo, este norte grande te suplica que le muestres al Señor”. Porque sabemos que ‘el encuentro con Jesucristo vivo es camino de conversión, comunión y solidaridad’. ‘Sus palabras dan vida eterna’ (cfr. Jn 6,68).
En los próximos días se continuará debatiendo en el Parlamento de la Nación la elaboración de una nueva ley sobre el matrimonio civil. Hacemos un llamado a todos los católicos -la mayoría en nuestra región y país- y también a los hermanos cristianos y a los creyentes en Dios, para que realicemos intensas plegarias especialmente por quienes tienen la muy grave responsabilidad de legislar para el mayor bien de la comunidad nacional en el presente y futuro. Es un momento para hacer más oración. Porque cuando se reza percibimos con más claridad y adherimos con más prontitud a las enseñanzas contenidas en la Palabra de Dios, que es lo mejor para la gran familia humana. Porque “la salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar” (CEC 1603).
La Sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26-27)... habla del matrimonio y de su ‘misterio’... todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia (cfr. CEC 1602). “La íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias, se establece sobre la alianza del matrimonio... un vínculo sagrado... no depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio” (íd. 1603). “En su predicación, Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo... la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble: Dios mismo la estableció: ‘Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre’(Mt 19,6)” (CEC 1614). Y “el sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna” (íd. 1661).
El Papa Juan Pablo II, “Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia” (íd. 882), tan querido y valorado universalmente, en su visita a Chile nos señaló también con claridad: “No os dejéis invadir por el contagioso cáncer del divorcio que destroza la familia, esteriliza el amor y destruye la acción educativa de los padres cristianos. No separéis lo que Dios ha unido...” (Rodelillo, 2/4/1987). Y en octubre del año recién pasado el Santo Padre nos habló del trabajo “en favor de la familia, que afronta tantas dificultades de diversa índole y está sometida a insidias que atentan a aspectos esenciales según el proyecto de Dios, como es el matrimonio con carácter indisoluble” (Visita Ad Limina, 15/10/2003). En comunión con él, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile hemos expuesto en varias oportunidades lo que vemos como enseñanza divina, en el deber de orientar a nuestros fieles y el deseo de servir al mayor bien de todo nuestro pueblo.
Recemos mucho para que los Parlamentarios chilenos encuentren en la Palabra de Dios una “lámpara para sus pasos”, una “luz en su sendero” (Salmo 119). Porque “Tu palabra, Señor, es eterna... mucha paz tienen los que aman tus leyes y nada los hace tropezar...” (íd.). Así tendremos la felicidad más verdadera y duradera. ¿No se puede legislar a favor de la familia sin introducir el divorcio? Cuidemos por todos los medios el matrimonio y la familia, que constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad; y evitaremos daños muy profundos para nuestra querida Patria. A los jóvenes en Chile el Papa les dijo: “Estad atentos a no permitir que se debilite en vosotros el sentido de Dios... El hombre puede construir un mundo sin Dios, pero este mundo acabará por volverse contra el hombre” (Estadio Nacional, 2/4/1987).
Con la alegría y confianza de celebrar este ‘Año del Rosario’,
† Patricio Infante Alfonso
Arzobispo de Antofagasta
† Juan Barros Madrid
Obispo de Iquique
† Guillermo Vera Soto
Obispo Prelado de Calama
P. Amador Soto Miranda
Administrador diocesano de Arica
Julio del año 2003.