Medio siglo desde su llegada a la Diócesis de Chillán, celebró el primer grupo de clérigos españoles invitados a vivir su apostolado misionero entre las comunidades católicas de la provincia de Ñuble. Era un tiempo donde nuestra Iglesia local requería con urgencia de nuevos obreros de la mies, especialmente por la escasez de vocaciones al sacerdocio.

El grupo lo integraban tres jóvenes peninsulares, un sacerdote y dos estudiantes de Teología, quienes fueron motivados a venir por el obispo de la época, monseñor Eladio Vicuña Aránguiz. Los jóvenes misioneros arribaron a Chillán el 06 de enero de 1959, sin imaginar que esta sería una aventura que marcaría un antes y un después para sus vidas y la historia de nuestra diócesis.

Uno de ellos fue el padre José Luis Ysern de Arce, doctor en psicología y académico de la Universidad del Bío-Bío, quien este martes fue homenajeado por dicha casa de estudios superiores, en una ceremonia que contó con la presencia del gobernador de Ñuble, Ignacio Marín Correa; el vicario general de la diócesis de Chillán, P. Luis Flores Quintana; el comandante en jefe del Regimiento de Infantería Nº 9 “Chillán”, coronel Juan José Díaz; y el rector de la UBB, Héctor Gaete Feres, entre otros.

En la ocasión, el padre José Luis compartió honores con los otros dos protagonistas de esta historia, su hermano, monseñor Juan Luis Ysern, obispo emérito de Ancud y presidente de Caritas Chile, y el padre Bernardino Duque, sacerdote de ministerio libre que actualmente vive en España, quienes viajaron especialmente para la celebración.

En el marco de esta actividad, el padre José Luis recibió dos galvanos y una hermosa sorpresa, la creación de una beca que lleva su nombre, financiada por funcionarios y amigos de la UBB, y que cada año beneficiará a una alumna o alumno que lo necesite.

El acto finalizó con la intervención del propio homenajeado quien agradeció las palabras y muestras de aprecio y reiteró su compromiso de continuar sirviendo durante el tiempo que Dios le conceda.

La celebración continuó con un almuerzo y finalizó en la tarde con una Eucaristía en la Catedral de Chillán, presidida por el obispo emérito de Ancud, monseñor Juan Luis Ysern, y concelebrada por el clero de Chillan, entre los que se encontraban varios de los sacerdotes españoles que formaron parte del grupo de misioneros que hace cincuenta años llegaron a Ñuble y continúan sirviendo en estas tierras.

Monseñor Juan Luis Ysern se mostró muy contento y agradecido por el cariño que los sacerdotes españoles han recibido del pueblo chileno y especialmente de nuestra comunidad diocesana. Asimismo, recordó a quien fue el visionario gestor de todo esto, monseñor Eladio Vicuña Aránguiz, quien falleció hace algunos meses, y cuyos restos descansan en el mausoleo de los pastores en la Catedral de Chillán.

De mismo modo, el padre Bernardino Duque, tuvo palabras de agradecimiento a todo la comunidad diocesana, expresando que si bien hoy está viviendo en la península Ibérica, su corazón sigue vinculado estrechamente a la comunidad diocesana.

Recuerdos de cinco décadas

El primer destino del entonces joven Juan Luis Ysern fue la comunidad parroquial de Quirihue. Después de un tiempo fue llamado a trabajar en la Curia Diocesana. En 1972, el Papa Paulo VI lo designó obispo auxiliar de Antofagasta y prelado de Calama. Fue notable su compromiso con la iglesia que tomaba decididamente el acompañamiento a la transformación social de América Latina. Su acción no desmayó en absoluto con el brusco cambio político que sufrió el país en 1973. Trasladado a la Diócesis de Ancud, prosiguió su línea de compromiso con el pueblo de Dios en el sur del país por espacio de treinta años.

Bernardino Duque, por largos años sirvió como un pastor laborioso, tenaz, incansable, consecuente. Sectores poblacionales de Chillán como “Rosita O’Higgins” y “Vicente Pérez Rosales” vieron la fuerza de su testimonio.

Por su parte, el padre José Luis Ysern destacó por su compromiso con la juventud y los trabajadores, con los movimientos sociales y la defensa de los derechos humanos en las más duras circunstancias vividas en la provincia. La breve ausencia exigida por su cargo de rector del Seminario de Concepción y sus estudios para obtener el grado de doctor en Psicología, nunca le impidieron mantener el contacto con la Diócesis, con sus amigos y sus compromisos pastorales. A su regreso, volcó con más fuerza aún su apostolado entre los universitarios, siempre preocupado por la formación de jóvenes constructores de la sociedad.

Fuente: Comunicaciones Chillán


Chillán, 07-01-2009