Hasta el 8 de Diciembre, podrá ser visitada en el Santuario Nacional de Maipú la exposición “Imágenes de fe”, de la destacada artista nacional Carolina Silva Torrealba, esta exposición se enmarca dentro de las actividades de celebraciones de los 30 años de la Consagración de este Santuario.
Una veintena de imágenes de diferentes tamaños componen esta muestra inédita de arte sacro, que puede ser visitada de Martes a Domingo de 10,00 a 17,30 hrs., en la “Galería de la Virgen” a un costado del Altar Mayor.
Carolina Silva Torrealba, es de profesión diseñadora, pero ha trabajado durante años el tema de la imaginería religiosa, tomando clases con los mas destacados maestros de este arte, en Ecuador. Podemos encontrar sus obras en tiendas de museos capitalinos y de Buenos Aires, Ecuador, Italia y Estados Unidos.
Los inicios de la imaginería religiosa tienen sus comienzos en los siglos XVI y XVIII. En esta época el imperio español estaba organizado como una monarquía central, cuyo poder residía en la alianza Estado-Iglesia, poder necesario para proteger la unidad política del imperio amenaza por la reforma protestante. En 1545, cuando reinaba Carlos V, el Papa Paulo III convocó el Concilio de Trento que refutó las tesis reformistas y confirmaron las doctrinas de la Iglesia Católica que reconocían en el Papa la máxima autoridad en materia de interpretación y práctica religiosa. Con los dictados que emanan de este Concilio se marcan las bases para el efectivo fortalecimiento de la Iglesia y la cristalización de la esencia de la Contrarreforma, dando con esto pasos decisivos para combatir a sus enemigos e iniciar internamente su propia reforma.
En la lucha contra la herejía, el catolicismo se vale del arte para conquistar, ganar y convencer. Se fijan normas para la iconografía católica y se excluyen del arte sagrado las imágenes profanas o faltas de pudor. Los imagineros siguieron fielmente los cánones establecidos en el Concilio de Trento.
El sacerdote enseñaba la doctrina y la obra del imaginero debía apoyar esa labor explicando los misterios al pueblo. Para lograr este propósito toda obra debía estar dotada de gran realismo, composición armoniosa y sentimiento dramático. Muchas imágenes del siglo XVIII eran realzadas con cabellos naturales, dientes, lenguas de cuero, uñas, ojos y lágrimas de cristal junto a otros variados elementos que terminaban conmoviendo el corazón y despertando la piedad en los fieles.
La imaginería fue un arte auspiciado por la monarquía y el clero, pero no se quedó en los palacios o en las iglesias, salió a la calle aclamada por el amor de sus devotos, acompañó al conquistador en su camino y se alojó en los oratorios familiares para escuchar alabanzas y atender peticiones.
Más sobre los 30 años del Santuario
Santiago, 22-11-2004