Los motivos de fiesta y gratitud al Señor no faltaron en La Merced este domingo durante la Eucaristía presidida por el párroco, el P. Cornelio Lemmers. Durante la Eucaristía del medio día, los fieles dieron gracias a Dios por los 12 años de Ministerio Diaconal de José Vargas, Patricio Riofrío y Wladimir Sttefen, pachi, ordenados en abril de 1997 por Mons. Ricardo Ezzati.

Pachi, Docente universitario y encargado de la Catequesis Familiar, durante la homilía destacó tres vertientes de su vocación diaconal, sus padres, el entonces padre Francisco Valdés Subercaseaux, hoy Siervo de Dios, y la vida matrimonial. “De mis padres recibí la fe no sólo con palabras, sino con la experiencia del amor; con el padre Francisco hicimos muchas misiones; él fue otra persona muy especial en mi proceso de fe, siempre con sus sandalias y sin calcetines, invierno y verano, siempre mostrándonos el amor de Dios en todo; él marcó mi vida y la de mi familia. Finalmente, a través de la experiencia del matrimonio que es entregarse y recibirse el uno al otro, para con la renuncia de cada uno construir, siempre desde el amor a Dios”, precisó.

Esta fiesta de la fidelidad se inició para los parroquianos de La Merced el día antes, el sábado por la noche cuando el Diácono José Vargas acompañado por su esposa Morla, moni, renovaron sus promesas matrimoniales al celebrar sus bodas de oro. “Cuando se siembra con amor, todo se hace fecundo por el amor de Dios. Con moni despertamos un día y dijimos vamos a caminar juntos de la mano del Señor. Hemos tenido altos y bajos, pero ahí siempre ha estado el Señor para levantarnos. Toda nuestra vida hemos estado en esta Comunidad parroquial y hoy como Tobías, le damos gracias al Señor y hoy nuevamente con moni le decimos ¡Sí, Señor!”, dijo José.

José y Morla han construido una familia de cuatro hijos, Víctor Hugo, Marcos, Patricio y Julio, quienes les han dado ocho nietos. Para Julio celebrar los 50 años de matrimonio de sus padres es otro signo de bendición de Dios. “Son un matrimonio de tortolitos, siempre muy enamorados, toda la vida, siempre han estado apoyándose el uno al otro. En el yugo siempre hay uno más fuerte y en este caso es nuestra madre; nuestro padre es el que te apoya, te acoge, pones el hombro y te hace cariño. Ellos siempre nos acogen y nos instan se seguir adelante, a pesar de las dificultades, y a confiar en Dios. Gracias papá, gracias mamá”.



Fuente: Comunicaciones Valdivia
Valdivia, 20-04-2009