Entrevista en profundidad a Mons. Sixto Parzinger
“Les pido a los Cristianos de la Araucanía que se pongan en la posición de verdaderos hermanos que aman, sienten y defienden a sus hermanos mapuche”, señaló el pastor.

Aunque pareciera cansando, a poco hablar con él se nota su temperamento y ánimo inagotable, Monseñor Sixto Parzinger está finalizando un largo peregrinar en las tierras de la Araucanía.
En marzo cumplió 31 años como Obispo, culminado un legado de trabajo capuchino desde 1928 cuando se fundó el Vicariato Apostólico de la Araucanía.
Fue ordenado sacerdote en Munich en 1960, Llegó a Chile en 1965 luego de viajar 6 semanas en barco hasta llegar al puerto de Talcahuano. Estuvo en Padre Las Casas y luego en Boroa, posteriormente volvió a Padre Las Casas como párroco.
Durante años, ha sido cercano colaborador y miembro del Consejo Superior de la Fundación Instituto Indígena que pertenece al Obispado de Villarrica y al de Temuco. En ese rol le ha correspondido vincularse profundamente con el trabajo que la Iglesia realiza a través de esta institución.
Monseñor Parzinger se alegra al recordar su primeros tiempos en Tru Truf, Lleupeco, Mahuidanche, Cunco Chico, Metrenco, Boroa, entre otros, invitado y recibido con hospitalidad en muchas comunidades. Una de sus primeras confirmaciones fue al lado del río Toltén siempre con personas mapuche. En Lonquimay también de visita pastoral recuerda la impresión que le produjo el majestuoso bosque de araucarias de Quinquén, “donde incluso había una capillita con una virgen en la abertura de una araucaria vieja”.
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Fuente: Comunicaciones Fundación Instituto Indígena Temuco - Villarrica
Villarrica, 20-04-2009