El 12 de Diciembre se cumplen cien años de la bendición y colocación de la primera piedra de este templo capitalino, de notable arquitectura.
Para celebrar este acontecimiento los Misioneros Redentoristas han organizado un Concierto titulado: “Voce Sacra”, a cargo de la destacada soprano nacional Magdalena Aménabar para el próximo Domingo, a las 16,30 hrs, en la Basílica, Blanco Encalada 2950 – Santiago Centro. (Entrada liberada- Habrá Estacionamiento en la calle Blanco Encalada)
Estas actividad será encabezada por el nuevo Provincial de los Misioneros Redentoristas en Chile, Padre Pedro Irizar CSsr, quien tendra a su cargo de Provincia entre el 2005 y 2008. El Concierto es organizado por el Departamento de Extensión Cultural de Instituto Superior de Teología y Pastoral Alfonsiano.
Historia de la Basílica
La Basílica del Perpetuo Socorro fue construida por los Misioneros redentoristas, Congregación que fundara Alfonso María de Ligorio en 1732, en el Reino de Nápoles, dependiente, en aquella época, del Rey de España.
San Alfonso soñaba que los miembros de su Congregación fueran un ejemplo de la vida de Cristo Redentor y que llevaran su Buena Nueva de Salvación a todos los hombres, con una especial preocupación por los más pobres y marginados.
La vida de Alfonso María de Ligorio, fue particularmente dura; lo abandonaron los cuatro compañeros con que inició su establecimiento, por lo que debió reorganizar la Congregación por completo y, ya anciano, fue expulsado de ella por interpretaciones erróneas.
Alfonso fue uno de los hombres más inteligentes de su tiempo. Sus biógrafos lo han llamado el “Santo del siglo de las luces”. Antes de entrar en la vida religiosa se dedicó a la abogacía, habiéndose recibido de doctor en ambos derechos a los 16 años. La Santa Sede lo proclamó Santo y Doctor de la Iglesia. Sobresalió, especialmente, en la teología moral. Fue declarado patrono de moralistas y confesores y en varios países, grupos de abogados se inspiran en su persona y en sus principios. Tuvo una ingente actividad intelectual y escribió más de 100 obras sobre diversas materias religiosas que recorrieron el mundo entero. Hasta mediados del siglo pasado su obra "Las Visitas al Ssmo. Sacramento" era el libro más editado en el mundo, después de la Biblia y de la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis.. Estudió arquitectura, literatura y música. Se destacó como músico popular y sus villancicos aún son cantados en las fiestas de Navidad
Sus discípulos llegaron a Chile en 1876. Al sur-oeste de Santiago, casi en despoblado, encontraron un lugar apto para sus fines. Pensaban que, próximo a la estación de ferrocarril, la Estación Central, se poblaría con el tiempo, y llegaría a formar un arrabal obrero y humilde.
Un historiador de la Congregación señala que en este lugar, en terrenos de la familia Ugarte, había una capilla y, a un costado de ésta, había una casita modesta con capacidad para albergar unas cuatro personas. La Familia Ugarte cedió, mediante escritura pública, la Capilla, la casa y un buen espacio de terreno en vistas a futuras ampliaciones.
Lo cierto es que la calle vecina, “Hermanos Ugarte”, pasó a llamarse “San Alfonso”, y que los curiosos que vivían en la cercanía, fueron los primeros feligreses.
El Padre Pedro Mergens, Superior del grupo de los primeros Misioneros Redentoristas, se sorprendió ante el altísimo nivel de alcoholismo que había en el sector. Por este motivo, una de sus primeras iniciativas fue la de crear una sociedad de temperancia que tuvo una banda de música, biblioteca, salón de fiestas.
Quienes pensaron que los Redentoristas sólo traerían un consuelo a los desamparados, que así serían más dóciles ante su mala fortuna, debieron reconocer que los miembros de tales sociedades, por el contrario, crecían en dignidad y posibilidades. Se multiplicaron las instituciones de ayuda social, tales como la organización de las empleadas de casa, cooperativas, asociaciones de socorros mutuos etc.
Creció el barrio y en medio de él los redentoristas ya no eran desconocidos. No se transformó en un arrabal obrero y humilde; la prolongación hasta el Club Hípico de las calles del sector Dieciocho, República y Avenida España, con la construcción en ellas de mansiones y palacetes, influyeron para que se instalara gente de clase media, sin excluir obreros, comerciantes y grupos de pobres.
Además, su Virgen del Perpetuo Socorro había alcanzado celebridad nacional. Algunos historiadores cuentan que en la Guerra del Pacífico los barcos de la escuadra chilena zarparon con reproducciones de esta virgen bizantina culto varias veces secular colgando de sus mástiles.
En 1904 los Hijos de San Alfonso bendijeron y colocaron la primera piedra del gran templo que consolidaría, físicamente, su obra.
No faltaban los arquitectos entre ellos. En Europa, un destacado profesional había ingresado a la Congregación con el nombre de "Hermano Gerardo". Además de trazar los planos de las iglesias del Perpetuo Socorro en París, Madrid y otros templos importantes, formó una generación de quince hermanos arquitectos y constructores.
El Hermano Gerardo también diseñó la Basílica de Santiago. Y uno de sus discípulos, el Hermano Huberto, cuyo apellido civil era Boulangeot, actuó como constructor y arquitecto en terreno los veinte años que tardó la obra.
Pero los planos tardaron en llegar. Y además, debido a las funestas consecuencias del terremoto del 16 de Agosto de 1906, el hermano Gerardo decidió modificar el diseño para reforzar la resistencia del templo a fin de que no cayera con un eventual sismo similar en el futuro. Cuando finalmente se inició la obra, la novedosa tecnología empleada, de cemento armado, causó impresión en el medio santiaguino. Especialmente se había hecho venir un ingeniero estadounidense, Juan Tonkin, para que planificara el esqueleto metálico de1a gran estructura.
También vino el Hermano Joaquín (Chardin, de civil), especialista en cemento, material prácticamente desconocido en el Chile de entonces, ¬para dirigir los trabajos y solucionar la instalación de las ojivas que exigía el estilo gótíco del templo. Además de su condición de arquitecto, el hermano Joaquín poseía varios talentos artísticos adicionales: de sus manos salieron la puerta ornamental de la sacristía (de encina) y todo el cemento elaborado (ventanas, torres, balaustradas) e incluso, el escudo de la Congregación que está tallado sobre el acceso.
Del estanque, los jardines y el invernadero se encargó el Hermano Constancio, "un hortelano sin igual" según lo califica un historiador de la orden, y cuya obra, que hizo escuela, preparó un marco adecuado para el templo.
Entre 1906 y 1907, con enorme esfuerzo, se trajeron desde San José de Maipo los bloques de las altas columnas de piedra monolítica que embellecen el interior del templo. En carretas tiradas por ocho bueyes, suspendidas, fueron trasladadas las piezas intactas para ser talladas y pulidas en el lugar. De las mismas canteras se extrajo el material para las bases, los zócalos y las gradas.
Poco después, la obra perdió velocidad. A la grave crisis económica, que hacía desfilar a centenares de personas cada mañana por la portería del Convento pidiendo pan, se agregó la primera guerra mundial, que obstaculizó la importación de materiales. Habían traído los vitrales que se encuentran hoy en el templo, pero ocho no pudieron ser adquiridos a causa de la guerra y los ventanales quedaron en blanco, además del rosetón de la fachada.
En 1919 fue bendecida la nueva iglesia con la Misa Pontifical presidida por el sr. Arzobispo de la época, don Crescente Errázuriz y un Te Deum, inédito, del joven músico Domingo Santa Cruz, que ese día y con esta obra, iniciaría una vasta carrera musical de gran relevancia.
El público se detenía a admirar las columnas, los vitrales, el órgano francés, los luminosos confesionarios de roble americano.
Con una silueta de severa belleza, destacada a la caída del sol sobre el rojo horizonte del poniente, como pocas veces se había visto en Santiago, se distinguía el perfil de la fachada, mostrando su esplendoroso testimonio de arte gótico. En 1926 fue declarada por la Santa Sede, Basílica Menor y ese mismo año, el sr. Nuncio Apostólico, don Benedicto Masella, la consagró como tal. El Altar Mayor, una obra de mármol y bronce traída de Bélgica, lleva al centro, entre rayos dorados, de fina madera, una imagen de la Virgen a la que está dedicado el templo, la Virgen del Perpetuo Socorro, réplica del original que existe en Roma, en la Iglesia, sede de los Redentoristas en Roma.. El altar fue completado en Chile, con lingue y roble americano.
El arquitecto en terreno, Hermano Huberto, fue quien diseñó los altares de San Alfonso (el fundador de la Congregación) y la Virgen del Carmen (que lleva el escudo como símbolo), con bajorrelieves del artista español José Soria.
El mismo año se pavimentó la Avenida Blanco Encalada que era el marco necesario para la notable silueta de la Basílica, que coronan torres esbeltas de 55 y 65 metros de altura.
Actualmente los Redentoristas tienen a su cargo la Parroquia del Perpetuo Socorro que, en ese sector, en 1949, creara Mons. José María Caro Rodríguez, el primer Cardenal de Chile. Promueven con esmero la devoción a María del Perpetuo Socorro que su S.S. el Papa Pío IX, en Abril de1866, entregó a la Congregación con el encargo de darla a conocer en todo el mundo.
Santiago, 08-12-2004