Hoy es uno de aquellos domingos en que la Iglesia, en todo el mundo, se une en torno a una misma intención junto a la mesa del Señor y lo hace para orar al Dueño de la mies que envíe obreros para la cosecha. Es un día muy especial porque nos toca a todos; así es, hemos sido llamados a la vida por Dios y esta vida se nos ha regalado para amar y servir. Esa es la primera y gran vocación de todos (la vocación con mayúscula). Podríamos decir que la vocación a la santidad no es otra cosa que eso, amar y servir al estilo de Jesús.
El año 2003 nuestros obispos nos invitaron a vivir un año vocacional. Ellos buscaban que toda la Iglesia y cada cristiano en particular sintiera y experimentara el llamado del Señor a amarlo, seguirlo y servirlo. Nos desafiaban especialmente a ser constructores de una cultura vocacional, es decir, a gestar un hábitat y a crear ciertas condiciones que permitieran a cada hombre y mujer hacerse la pregunta por el sentido de la vida.
Traducido al evangelio la pregunta podría ser la que le hace el joven rico a Jesús, “¿Maestro Bueno qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”. Esta es la pregunta crucial y no se puede eludir si de verdad me quiero tomar en serio el seguimiento de Jesús. La invitación está hecha…solo hay que responder.
En este domingo al celebrar la jornada de oración por las vocaciones rezamos a nuestro Padre Dios para que cada cristiano y cristiana, especialmente cada joven, vaya descubriendo la vocación a la que el mismo Dios lo ha llamado. Esta vocación, este llamado, es personal. Jesús que conoce a cada oveja sabe también donde esa oveja puede desplegar mejor todos sus talentos y capacidades para así ser un instrumento más útil en la viña del Señor. Las vocaciones son múltiples y cada una busca el servir a las demás. El matrimonio, la vida religiosa y consagrada, el sacerdocio, el laicado; vocaciones distintas pero complementarias y todas necesarias. Que la Eucaristía de hoy nos dilate el corazón y suscite generosidad para responder al llamado que el Señor nos hace a cada uno.
Pbro. Lionel De Ferrari
Director
Comisión Nacional de Pastoral Vocacional
