Los Obispos de Chile, movidos por la admiración, el reconocimiento y el cariño, levantamos nuestra voz al cumplir la Acción Cató1ica Chilena treinta años de establecida oficialmente en nuestra Patria.
Reunidos en Asamblea Plenaria acordamos, en primer lugar, agradecer al Altísimo su existencia, y luego agradecer, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, los esfuerzos, trabajos y abnegaciones de cuantos, en la Acción Cató1ica, “han combatido con nosotros por el Evangelio y cuyos nombres están escritos en el libro de la vida” (San Pablo, Filip. 4,3)
El 25 de octubre de 1931, festividad de Cristo Rey, el Episcopado chileno de aquel entonces (de cuyos miembros sólo queda entre nosotros S.E. Mons. Teodoro Eugenín, en aquella época Administrador Apostó1ico de Valdivia), dictó una hermosa Pastoral Colectiva, comunicando a los fieles el Decreto que establecía oficialmente, en Chile, la Acción Cató1ica, pedida con instancia por S.S. Pío XI, de feliz memoria, quien no cesaba de “encarecer la importancia y necesidad absoluta” de esta benéfica organización del apostolado de los seglares (Carta Pastoral Colectiva del Episcopado chileno sobre la Acción Católica en Chile, Imprenta Chile, 1931)
Han transcurrido seis lustros desde esa fecha memorable, y, ahora podemos contemplar con mirada retrospectiva, la obra realizada. Las esperanzas puestas en ella no fueron defraudadas. A pesar de las dificultades, de las deficiencias humanas y de las alternativas de los tiempos, la Acción Cató1ica, en nuestra Nación, ha sido fecunda y operosa, porque ha sido Cristo quien realizaba su obra por los miembros de esta providencial organización.
El espíritu y labor apostó1icos de los fieles, que siempre existió en la Iglesia, encontró en la Acción Católica una forma nueva de realizaciones y una manera, además, de despertar el laicado, como acertadamente se ha dicho, a la edad madura en la Iglesia. Gracias a la Acción Católica, se ha producido la “promoción” de los fieles. Ellos han alcanzado un notable crecimiento en orden a tomar conciencia de su papel y responsabilidad apostó1ica dentro del Cuerpo Místico de Cristo. Ya no sienten meramente receptivos en la Iglesia, sino además, en la medida de sus posibilidades, dadores de la verdad, amor y vida que el Señor trajo a la tierra.
Con satisfacción profunda podemos ver cómo, en todos los campos de la actividad humana, se destacan en mayor número, católicos que, por su preparación humana, corrección de conducta, dedicación al trabajo y especialmente, sano espíritu de apostolado, son objeto de aprecio y distinción, al mismo tiempo que ejercen una benéfica influencia evangelizadora.
No queremos, sin embargo, dejar de reconocer que, en estos últimos tiempos, algunos de los grupos y sectores de la Acción Católica han decaído en su labor. Las causas son variadas, ni falta entre ellas, la disimulada y maléfica acción del espíritu del mal. Los Obispos estamos preocupados por ello y, en nuestra Asamblea Plenaria, estudiamos los remedios que serán necesarios, seguros de obtener una renovación y despertar de la Acción Cató1ica, donde ella estaba debilitada.
En este sentido, rogamos a los fieles que renueven y revivan su vocación apostólica y superen las influencias equivocadas, disidentes o pesimistas, recordando la admonición de S.S. Pío XI: “Quien hiere a la Acción Católica, hiere al Papa y a la Iglesia”; a lo que agregamos: Quien se muestre indiferente y sin interés por la Acción Católica, traiciona su vocación apostó1ica de cató1ico integral.
A nuestros sacerdotes, religiosos y religiosas les exhortamos vivamente a consagrar con cariño, fe y esfuerzos sus mejores capacidades a la Acción Católica, y en particular a la formación espiritual y apostó1ica de sus miembros. El Episcopado, en la Asamblea Plenaria, consideró que una de las más apremiantes necesidades de la Pastoral era la formación só1ida de dirigentes laicos, apostó1icos y responsables de su papel dentro de la Iglesia e hizo suyo el voto de pedir a sacerdotes y educadores que den primacía a este trabajo en sus labores.
Al agradecer a todos cuantos han trabajado por la Acción Católica queremos, de una manera especial, manifestar nuestra gratitud a cuantos la han asesorado y dirigido, por la dedicación y cariño con que lo han hecho.
Con paternal corazón, queridos hijos, os otorgamos, especialmente a vosotros los que trabajáis fielmente en la Acción Católica, nuestra pastoral bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Octubre de 1961
