La labor pastoral del Pbro. Arnoldo Vega Torres (Q.E.P.D.)

La labor pastoral del Pbro. Arnoldo Vega Torres (Q.E.P.D.)

El Pbro. Arnoldo Vega Torres (Q.E.P.D.) será velado en la Parroquia San José (Lincoyán con Maipú, Concepción), este lunes, todo el día. Se realizarán Misas a las 12:30 y 16:00 horas. La misa funeral será privada, el martes 18, a las 10:00 horas, transmitida vía Online en Facebook y YouTube de Iglesia de Concepción.

 
Lunes 17 de Agosto de 2020
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Testimonio sobre el padre Arnoldo Vega (Q.E.P.D)
Recuerdo una intensa vida juvenil en nuestra parroquia Santa Cecilia de Talcahuano. Una gran cantidad de jóvenes participando en diversos grupos y comunidades de base en los años 90. El compromiso laical era muy fuerte, motivados por el padre Carlos Puentes, tanto adultos como jóvenes debíamos hacernos responsables del quehacer pastoral. En este contexto parroquial, el año 1998 conocí al padre Arnoldo. Lo primero que aprecié de él fue su gran sencillez y humildad, su trato cercano, su vestir, su obrar, un gran amor por Jesús y su Evangelio (el proyecto del Reino de Dios para nuestro mundo), manifestado especialmente en los más pobres, a quienes buscaba servir con gran generosidad y delicadeza espiritual.

El padre Arnoldo llegaba a nuestra parroquia después de una experiencia de cura obrero, de trabajo pastoral y social en la población Libertad de Talcahuano. Su estilo sacerdotal nos cuestionó a muchos. Le acompañábamos a celebrar las misas en las comunidades de la parroquia, salía en su bicicleta, llevaba su alba y estola en una bolsita plástica. Al poco tiempo se insertó en diferentes comunidades de base y pastorales, recuerdo que en esos tiempos su salud ya era frágil, una larga afección a los riñones derivó finalmente en tratamiento de diálisis tres veces a la semana, luego una enfermedad afectó su visión, se movilizaba con dificultad, sin embargo, los miembros de la comunidad le colaboraban. En este contexto, junto a un amigo nos pidió que le grabásemos la misa para memorizarla y las lecturas dominicales para preparar las homilías, sin saber mucho del misal o las partes de la misa, lo hicimos “para ayudar al padre”: por primera vez grababa una misa completa, sin pensar aún en la vocación sacerdotal. Era impresionante que a pesar de una salud tan frágil siempre desarrolló un trabajo pastoral intenso, creativo y fructífero, pienso en la creación de la “pastoral de la Esperanza” para nuestra Iglesia de Concepción.

En una ocasión, ya estando en la universidad, participé en las misiones que organizaba el grupo de nuestra parroquia en Cañete durante Semana Santa. Recuerdo tres acontecimientos: una viva celebración pascual de la comunidad, la contemplación de una imagen del rostro de Jesús, y un pensamiento, “y si esto fuera toda mi vida”, me pregunté. Volví a lo cotidiano, no obstante, el pensamiento replicaba cada cierto tiempo, me enfocaba en los intereses de siempre, pero volvía otra vez. Busqué el consejo del padre Arnoldo, me invitó a discernir lo que Jesús me proponía como proyecto de vida, a asumir un mayor compromiso apostólico en la parroquia, a profundizar en el Evangelio, a buscar experiencias desafiantes de servicio en ambientes de pobreza. Luego de muchas conversaciones con el padre Arnoldo decidí iniciar mi proceso de formación sacerdotal en el cual providencialmente coincidí con mi hermano, Víctor Javier, quien también recibió el acompañamiento espiritual del padre. Finalmente, un día 21 de noviembre de 2009 recibí el orden sacerdotal, también en este día me acompañó el padre Arnoldo, fue uno de mis padrinos de ordenación. Doy gracias a Dios por la vida sacerdotal del padre Arnoldo para nuestra Iglesia de Concepción, reconozco en él una fuente de inspiración del sacerdocio de Jesús, testimonio del grano de trigo que cae en la tierra muere y da fruto.

Pbro. Bernardo Álvarez Tapia.


Un hombre de fe y un servidor de los más necesitados

Tuve la gracia de conocer al padre Arnoldo, a fines de los años noventa, cuando llegó a apoyar la labor pastoral del padre Carlos Puentes(Q.E.P.D.) en la Parroquia Santa Cecilia en Talcahuano, donde participábamos con nuestra familia.

Su presencia fue un regalo para nuestra Comunidad, que llena de vida, se fortaleció aún más, con su entrega abnegada, especialmente con su cercanía y su preocupación por los más necesitados, particularmente con los enfermos.

Su testimonio y coherencia de vida evangélica, la considero fundamental en los inicios de mis primeros cuestionamientos vocacionales. En esos años mi horizonte estaba puesto en ingresar a la Universidad y mi vida giraba en torno a la familia, el estudio, y el atletismo.

Sin embargo la vida del padre Arnoldo, con su entrega y su gran pasión por Jesús y el evangelio, me ayudó a descubrir que también era portador de ese llamado a entregar la vida en el sacerdocio.

Siempre disponible para escuchar y dedicar el tiempo a las personas, incluso a pesar de su enfermedad, que fue una cruz que cargó, y que personalmente creo, lo vinculó aún más con la cruz de Jesús y el dolor de los demás.

En estos últimos años dedicado a la Pastoral de la Esperanza, que acompaña el dolor de tantos hermanos y hermanas, que sufren alguna situación de vida o han experimentado alguna pérdida y que se transformó, junto a un gran equipo que lo apoyó, en un reflejo o proyección de lo que fue su ministerio sacerdotal.

Nunca lo escuché lamentarse, a pesar de lo frágil que era su salud física. Siempre con ánimo y cuando uno le preguntaba cómo se encontraba decía “bien hermanito por acá andamos”.

La última vez que lo visité fue el día del fallecimiento del padre Mariano Puga, su gran amigo y hermano. Me dijo “partió Mariano” estaba con pena por su partida, pero sobre todo con esperanza, ya que siempre lo miraba todo desde su fe en Jesucristo.

Que el testimonio sencillo y profundo del padre Arnoldo, nos ayude a centrar nuestra vida en Jesús y el evangelio. Así como acompañar el dolor y la cruz que llevan tantos hermanos y hermanas nuestras.

Pbro. Víctor Javier Álvarez Tapia


Fuente: Comunicaciones Concepción
Concepción, 17-08-2020