El Papa Francisco ha convocado a la Iglesia universal a un nuevo Sínodo de obispos, cuya Asamblea tendrá lugar en el año 2023. Pero este Sínodo contempla un tiempo de consulta y participación en cada Iglesia local, es decir, en todas las Diócesis del mundo, que comienza hoy Domingo 17 de octubre y se extenderá hasta el mes de abril del próximo año.

El tema del Sínodo es la sinodalidad, es decir, el hecho de que en la iglesia “caminamos juntos”, de que somos, ante todo, “Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora” (Documento preparatorio N° 10).

El Papa no nos convoca a un Sínodo por un afán erudito o simplemente para tratar un tema, sino porque la Iglesia necesita revisarse y cambiar. Somos consciente de estar viviendo un tiempo de crisis, que se manifiesta, entre otros aspectos, en deficiencias en nuestras maneras de relacionarnos, de vivir el ejercicio del poder y de asumir juntos la misión. Por eso necesitamos renovarnos bajo la acción del Espíritu, y vivir un período de escucha y diálogo para buscar lo que Dios nos pide hoy. Como lo expresa el documento preparatorio del Sínodo: “La capacidad de imaginar un futuro diverso para la Iglesia y para las instituciones a la altura de la misión recibida depende en gran parte de la decisión de comenzar a poner en práctica procesos de escucha, de diálogo y de discernimiento comunitario, en los que todos y cada uno puedan participar y contribuir” (N° 9).

Este tiempo sinodal de la Iglesia universal coincide, por otra parte, con un proceso que venimos haciendo en la Iglesia chilena desde el 2018, donde, en medio de la crisis ocasionada por los abusos, nos planteamos la necesidad de iniciar una etapa de discernimiento que nos permita encontrar caminos de conversión. Aunque este proceso se vio interrumpido por la pandemia, lo hemos retomado recientemente y ahora se verá enriquecido con este tiempo al que nos convoca el Papa, para edificar una iglesia sinodal, profética y esperanzadora.

¿En qué se traducirá este proceso sinodal en nuestra Diócesis? De aquí a fin de año realizaremos asambleas en nuestras Parroquias, Colegios y Movimientos. Dedicaremos también una Misa dominical para escuchar a los fieles en sus anhelos respecto de la Iglesia. Y esperamos, además, escuchar a grupos de la sociedad civil y grupos de personas que no participan en la vida de la Iglesia o se han alejado de ella, para conocer su mirada y sus demandas. En enero o marzo 2022 tendremos una asamblea diocesana, para concluir con un informe de todo este proceso, que irá como aporte de nuestra diócesis tanto al Sínodo universal como al camino que hacemos en la Iglesia chilena.

Invito a los católicos de nuestra Iglesia de Ñuble a participar de este tiempo de escucha, diálogo y discernimiento. A las comunidades e instituciones de Iglesia, especialmente a sus dirigentes, a asumir este desafío con una respuesta activa. Al Espíritu Santo pedimos su fuerza y su guía con las palabras del Papa en el inicio del proceso sinodal, el pasado 9 de octubre: “Ven, Espíritu Santo. Tú que suscitas lenguas nuevas y pones en los labios palabras de vida, líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo, hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro. Ven en medio nuestro, para que en la experiencia sinodal no nos dejemos abrumar por el desencanto, no diluyamos la profecía, no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles. Ven, Espíritu Santo de amor, dispón nuestros corazones a la escucha. Ven, Espíritu de santidad, renueva al santo Pueblo fiel de Dios. Ven, Espíritu creador, renueva la faz de la tierra. Amén”.

Con afecto sincero


Fuente: Comunicaciones Chillán
Chillán , 15-10-2021