Iglesia de Atacama en misión: Queremos ser Iglesia en salida

Iglesia de Atacama en misión: Queremos ser Iglesia en salida

Diócesis de Copiapó inició el año con la Misión Sinodal.

 
Viernes 28 de Enero de 2022
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Una iglesia que camina unida en la diversidad de ministerios, carismas y roles. Es el anhelo de la diócesis de Copiapó, al iniciar el trabajo hacia el Sínodo, convocado por el Papa Francisco para el próximo año. Para esto, la diócesis creó un equipo, en el que se involucraron personas que ya habían trabajado de cara a la Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, sumándose otras personas. Este equipo designó subcomisiones para trabajar en dos grandes tareas al inicio del año 2022: La Escuela Sinodal Itinerante y la Misión Sinodal de verano.

Misión como experiencia sinodal
Una de las coordinadoras de este equipo, Karen Rojas, nos dice que "vimos necesario dividirnos para trabajar en dos tareas distintas y fuertes: una Escuela Sinodal itinerante que nos permite llegar a todas las comunidades de nuestra Diócesis que lo soliciten; y la misión de verano para llegar a hermanos que no frecuentan nuestras comunidades pero que si tienen mucho que decir y compartir en este proceso de Sínodo". Una misión hecha desde la sencillez, visitando familias, con todas las medidas sanitarias necesarias para que no existiera riesgo de contagio de Covid 19.

Nos explica que fueron alrededor de cuarenta misioneros, divididos en cuatro grupos, que llegaron hasta las localidades de San Pedro y Piedra Colgada, que se encuentran cerca una de la otra; Totoral, Carrizal Bajo y por último Carrizalillo, todos alejados de los grandes centros urbanos de la región.

El otro coordinador del equipo, p. Alex Vigueras, destacó esta "experiencia sinodal, porque nos encontramos personas que no nos conocíamos, realizando la misión en lugares distintos. Nos llamó especialmente la atención la cantidad de jóvenes, e incluso niños, que se sumaron, la alegría y el interés que mostraron al sentirse llamados a este servicio".

Parte de su experiencia fue "conocer personas concretas, problemas, dolores. Impresiona cuando uno visita y puede conversar con las personas enfermas, o con señoras agobiadas cuidando a sus enfermos y que no tienen con quien compartir, la misión abre un espacio para eso" y relevó cómo la gente respondió a las invitaciones de las tardes para conversar y para momentos litúrgicos, de oración, de adoración. "Fue muy relevante el momento litúrgico en que oramos por los enfermos y los difuntos", dice.

El obispo, Monseñor Ricardo Morales visitó San Pedro, Totoral y Carrizal, alentando el trabajo y vinculándolo al que la diócesis está realizando para el sínodo. La oportunidad sirvió para que el obispo pudiera conocer comunidades como Totoral, capilla dependiente de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, donde conoció una comprometida comunidad pastoral. Asimismo, pudo conversar con los misioneros y misioneras, y descubrir en ellos un gran espíritu de servicio a sus comunidades cristianas, "algunos son estudiantes universitarios que dejaron sus vacaciones para tener oportunidad de anunciar a Jesucristo", destacó don Ricardo.

Lugares de misión
Las misioneras y misioneros que fueron a San Pedro y Piedra Colgada estuvieron a cargo de las religiosas de la Misión Gran Río, y fueron el grupo más numeroso y de edades más diversas, todos de Copiapó, del sector de Cartavío, que atienden regularmente las hermanas.

Carrizal Bajo también recibió un grupo numeroso, que viajó desde la comuna de Diego de Almagro. Fue el grupo más desafiado. Primero, al llegar, se encontraron con el duelo de la comunidad por la muerte de un pescador joven. Luego la alerta climatológica anunciada para Diego de Almagro en esos días. Surgió la idea de devolverse a sus hogares, pero finalmente decidieron permanecer en Carrizal y completar la misión. Finalmente, la evacuación, dos veces, por la alerta de tsunami que involucró a esta comunidad. Así, tuvieron que dejar la capilla y la casa contigua donde estaban trabajando y pernoctando, de acuerdo a las indicaciones de la autoridad. Afortunadamente, ambas alertas no tuvieron las consecuencias temidas. El grupo retornó a Diego de Almagro con muchas historias, además del corazón lleno con el trabajo con las familias, especialmente los niños y niñas.

El grupo que llegó hasta Totoral era más pequeño. Cinco personas -de Vallenar, Caldera y Copiapó- que compartieron con las familias, tuvieron una jornada de Adoración, misas, juegos con niños, además de visitar las caletas Totoral y Pajonales.

El más alejado fue el grupo que visitó Carrizalillo. También eran cinco misioneros y misioneras, de Diego de Almagro, Caldera y las dos religiosas mexicanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa, que están en la parroquia de Freirina. Ellos también tuvieron la oportunidad de pasear por el mar avistando ballenas y delfines. El párroco, P. Franklin González, estuvo siempre pendiente visitando y acompañando a este grupo.

El trabajo de cada grupo se centró en compartir la vida con sencillez. En primer término, hablar de la pandemia, lo que ha significado para la vida familiar y comunitaria, cómo han enfrentado la enfermedad y fallecimiento de seres queridos. Durante los días de misión también se quiso abordar el concepto de sinodalidad, qué significa para cada bautizado y cómo comenzar a ser una iglesia más sinodal. La última tarde estuvo dedicada a celebrar la memoria de los difuntos y orar por los enfermos de cada familia. Las misioneras y misioneros tenían ese esquema de trabajo, pero cada grupo se adaptó a los habitantes de los lugares.

Más misiones!
La señora Alicia, de Totoral, estaba muy contenta con la visita de este grupo de misión. Dijo que estaban "un poco abandonados aquí" y que esperaba que estas iniciativas se repitieran, "podría ser en febrero, cuando tenemos nuestra Fiesta de La Candelaria, que es una semana después que en Copiapó, o en Semana Santa". Ella refleja el sentir de las familias que fueron parte de esta misión. Alegría por recibir misioneros, y anhelo de que estas misiones se realizaran más seguido.

Aunque organizar la misión no fue tarea fácil, pues hubo menos misioneros de los que se comprometieron inicialmente, y la pandemia dificultó aún más la participación, los coordinadores coinciden en valorar muy positivamente esta experiencia, "que hizo posible que fuéramos portadores de alegría, de esperanza, de comunión. En algunas de estas comunidades era primera vez que se volvían a reunir desde la pandemia. Fue una experiencia de sinodalidad real", concluyen.

Al respecto, el obispo señaló: "La experiencia de preparación del Sínodo para nuestra Diócesis está siendo una hermosa oportunidad de reconocernos como Iglesia en salida, que tiene desafíos importantes en la línea de seguir profundizando nuestra comunión y nuestra unción por el Espíritu. Descubriendo que caminando juntos podemos reconocernos hermanos, discípulos y discípulas de Jesucristo".

Fuente: Comunicaciones Copiapó
Copiapó, 28-01-2022