4 de Agosto, día del párroco

4 de Agosto, día del párroco

 
Viernes 30 de Julio de 2004
En este día celebramos a San Juan María Vianney, el Santo cura de Ars. Fue un sacerdote, diocesano Francés, plenamente dedicado al servicio pastoral de los fieles, en Francia, después de la revolución. Actualmente ha sido declarado modelo y patrono de todos los sacerdotes, especialmente de los párrocos.

Algo de su historia:

San Juan María de Vianney, inició sus estudios ya mayor y le resultaron un poco difíciles. Pero un sacerdote amigo lo ayudó y lo tuvo como coadjutor durante los primeros años que siguieron a su ordenación.

Luego pasó a ser el párroco del pequeño pueblo rural de Ars, hasta su muerte a los 63 años de edad, en 1859.

Algunos de sus méritos

Este hombre Santo llevó una vida de gran profundidad interior y austeridad. Tuvo gran voluntad para superar las innumerables pruebas que se le presentaron en su vida, algunas particularmente difíciles. Supo vencer la pobreza, la falta de educación y la desconfianza de muchas personas.

El cura de Ars fue un sacerdote lleno de sentido pastoral, organizador y buen consejero espiritual. Sus fuentes eran el amor y la oración.

Algunas preocupaciones que llenaban su vida:

• Su abnegada entrega al sacramento de la reconciliación, destacando a sus fieles la bondad y el perdón de Dios. Así despertaba en ellos el deseo de arrepentirse de sus faltas. Siempre estuvo dispuesto a confesar.

• La Eucaristía, sin lugar a dudas, era el aspecto central de su ministerio sacerdotal, la celebraba con gran piedad y gozo. Además tenía una actitud especial ante Jesús sacramentado y enseñaba a los fieles cómo se debe adorar a Dios.

• El ministerio de la Palabra el cual nunca descuidó. Con valentía denunciaba el mal, pero prefería presentar la cara más atractiva de la virtud que la fealdad del vicio y lograr así la conversión de sus feligreses. La catequesis fue también tarea privilegiada en su vida.

• La oración fue lo fundamental en su vida, lo más eficiente de su trabajo, la alabanza al Dios Bueno y Creador, la confianza en el Padre de misericordia, la oración silenciosa ante el sagrario, la petición solemne y tranquila, todo eso unido a una vida de pobreza, austeridad y obediencia a su obispo, lo hace un hombre realmente Santo. Como muestra de su fecundidad apostólica, se puede decir que cuando llegó a su parroquia había solamente 230 personas, y que un año antes de morir lo visitaron alrededor de 85.000 fieles. Sus feligreses, sin duda, lo amaron e impidieron que se fuera del pueblo para dedicarse, como era su anhelo, a la vida religiosa y a la contemplación.

Colaboración de Eduardo Cáceres, Instituto de Catequesis de Santiago

Fiesta de Santo Cura de Ars, patrono de los párrocos, en la Arquidiócesis de Santiago
Santiago, 30-07-2004