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Opinión / Cartas al Portal


Diaconisas

Continúa desarrollándose la reflexión, no exenta de discusión, sobre la posibilidad de ordenar diaconisas, no solamente en la comisión nombrada por el Papa, sino que también en muchas parroquias y diócesis alrededor del mundo.

Meses atrás, dábamos algunos datos históricos sobre el importante papel que algunas mujeres desempeñaron, y de cómo existieron diaconisas desde los mismos inicios en la primitiva Iglesia apostólica.

En diversos documentos se analiza este destacado papel, y para muchos estudiosos, teólogos y biblistas, no hay dudas que se trataba de mujeres con una alta responsabilidad en la jerarquía de la Iglesia.

Actualmente, la discusión parece haberse detenido en determinar si, ese diaconado femenino, significaba o no algún tipo de ordenación. Afirmarlo o negarlo tendrá fuertes consecuencias en la estructura eclesial.

Mientras tanto, nuestra reflexión se centra más en el aporte que podría significar una formalización del diaconado femenino, frente al cada vez menor número de sacerdotes.

Sin las mujeres católicas consagradas al cuidado de enfermos, ancianos y niños; al estudio teológico y la docencia; a la pastoral y la catequesis, la Iglesia desaparecería en pocas décadas. De todas ellas, algunas dirigen la liturgia de la Palabra y la distribución de la comunión, pero como diaconisas podrían decir homilías; celebrar bautizos y casamientos; y por qué no participar del gobierno de la Iglesia (clero).

Aun cuando no tuviera un respaldo histórico, somos partidarios de la instauración formal del diaconado femenino. Ojalá esto sucediera, y oramos para que sea voluntad del Espíritu Santo, aunque no olvidamos el poder de atar y desatar que tiene el sucesor de Pedro.

En virtud del tanto trabajo que hay que hacer, y del tanto que no se alcanza a abordar, la Viña del Señor necesita de más obreros, y junto al Señor, cabeza de la Iglesia, oramos porque lleguen pronto.

Jose Perez Barahona