Miles de peregrinos, la gran mayoría jóvenes, provenientes de las Provincias de Arica y Parinacota, como de Perú y del Norte Grande, celebraron una vez más la fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Las Peñas. Dando muestras de una enorme fe, se encaminaron a pié o a lomo de mula por el desierto y quebradas en un sacrificado peregrinar de más de tres horas, durante todo el día o toda la noche, ya que no existe camino para llegar al Santuario de Livilcar. Esta Fiesta que se remonta a los inicios del siglo XVIII, tiene su origen en el testimonio de un arriero que bajando desde la montañas vió posarse sobre los faldeos rocosos del lugar a una paloma blanca, desapareciendo al instante para dejar esculpida en la peña la imágen de la Santísima Virgen. A esta "Palomita Blanca" o "Chinita", le cantan y danzan una cincuentena de compañías de bailes religiosos. La devoción y el amor de los ariqueños por la Virgen de las Peñas es enorme, como enorme es la gratitud por las gracias por ella concedidas.

El Obispo de Arica, Monseñor Héctor Vargas que acompañó los festejos durante tres días, presidió la Procesión y la Eucaristía de Vísperas. Durante su homilía, junto con agradecer el hermoso y profundo testimonio de fe de los peregrinos y de los bailes religiosos, los animó a imitar a la Virgen maría en su condición de discípula misionera de su Hijo Jesucristo. A acoger en su vida al Señor como el mejor regalo de María, y bajar de las momtañas para llevarlo y comunicarlo a cuántos lo necesitan, viven tristes, sin esperanza y buscan encontrar la vida plena que sólo Él puede ofrecerles.

Fuente: Comunicaciones Arica
Arica, 14-10-2008