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Anatomía de un escándalo

Sinopsis: James Withehouse (Rupert Friend), un diputado conservador con una aparente familia bien constituida, se ve envuelto en un escándalo de sexual al engañar a su esposa Sophie (Sienna Miller) con su asistente Olivia Lytton (Naomi Scott). Esta última lo acusa de violación, desatando una crisis mediática, política y familiar.  

Basado en el exitoso libro de la periodista Sarah Vaughan, quien es muy buena conocedora de los pasillos del Parlamento Británico al cubrir las noticias de este para el periódico The Guardian. 

No es una gran obra, hemos visto otras parecidas, pero tiene méritos en su historia para ser entretenida y con actuaciones que le colocan el sabor a este ambiente británico tan formal y casi sin sabor a nada, que dentro de su aparente vida casi de una blancura de quirófano, se ocultan cosas no tan limpias de abuso. 

El guion, con una historia bastante predecible, tiene algunos giros con la abogada y fiscal de la Corona, Kate Wooddcroft, interpretado espléndidamente por Michel Dockeri; nos sorprende al verse vinculada al pasado del acusado… pero con otro nombre, Olivia Holly. Debo mencionar que detrás del guion tenemos a dos reconocidos: Melissa James Gibson, que ya estuvo en “House of de cards” y David E. Kelley en “The Big Little Lies”.

La historia va al pasado para recoger pasajes de la vida de la fiscal y el diputado, esos pretéritos tiempos vuelven a confluir en el presente afectando la vida de los dos. 

Es un drama que aborda el abuso de poder con sus varias caras. Se generan dudas por los laberintos de la justicia, planteando la interrogante: cuándo lo consentido pasa a ser abuso, siendo opacado por una gris neblina legal.  

Finalmente, queda un sabor agridulce a justicia. Vale la pena ver la serie, sobre todo por el tema de abuso de poder que aborda, el cual se encuentra instalado en muchos ámbitos de nuestra sociedad. 

Disponible en Netflix.